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La momia del faraón Amenhotep revela sus secretos 3.500 años después de su muerte

El cuerpo momificado del faraón Amenhotep I de Egipto, un rey guerrero que vivió hace 3.500 años y fue durante siglos fue una especie de enigma para los egiptólogos, comenzó a develar sus secretos gracias a una tomografía computarizada en 3D. La momia del faraón Amenhotep revela sus secretos 3.500 años después de su muerte La momia del faraón Amenhotep revela sus secretos 3.500 años después de su muerte

De esta forma, su momia fue “desenvuelta” digitalmente para develar que el rey tenía una barbilla puntiaguda, nariz pequeña y cabello rizado y se parecía físicamente a su padre. Además, quizás algo sorprendente para alguien que murió hace tanto tiempo, tiene también una buena dentadura.

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Amenhotep, faraón de la Dinastía XVIII, fue coronado alrededor del año 1.525 a.C., y durante su reinado dirigió valientemente expediciones militares a Libia y el norte de Sudán. Fallecido en 1.504 a.C. y momificado, el cuerpo de Amenhotep I fue el único de entre las momias faraónicas que no había sido estudiado por los científicos debido a su excepcional estado de conservación.

Ahora, gracias a una tomografía computarizada tridimensional -cuyos resultados fueron publicados este 28 de diciembre en la revista Frontiers in Medicine-, un equipo de investigadores de la Universidad de El Cairo pudieron ver a través de las vendas de la momia de Amenhotep algunos detalles que, hasta ahora, eran desconocidos.

Los resultados del estudio revelaron que Amenhotep I tenía una estatura aproximada de 1,69 metros, una dentadura en buen estado con los dientes superiores ligeramente salientes y estaba circuncidado, según el estudio. Además, se supo que al momento de ser momificado, le quitaron las entrañas, pero le dejaron el cerebro y el corazón.

Sahar Saleem, profesora de la Universidad de El Cairo, radióloga y autora principal del estudio, dijo que el hecho de que los dientes del cadáver estuvieran en tan buen estado era testimonio de lo "asombroso" que fue el proceso de momificación.

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“Los cuerpos momificados estaban bien conservados. Incluso se conservaron los diminutos huesos del interior de las orejas. Sin duda, los dientes de Amenhotep estaban bien conservados. Muchas momias reales tenían dientes defectuosos, pero Amenhotep yo tenía dientes buenos”, agregó.

Gracias a la faraónica tomografía, también se supo que el faraón tenía un mentón estrecho, una nariz pequeña, el pelo rizado. Además, se descubrió que Amenhotep murió cuando tenía 35 años pero los investigadores no hallaron evidencia de heridas letales, desfiguraciones o enfermedades que lo hayan conducido la muerte.

Conservada ahora en el Museo Egipcio de El Cairo, la momia de Amenhotep demostró que el faraón fue sepultado con 30 piezas de joyería consideradas amuletos para su viaje al “Más Allá” y una faja metálica que probablemente sea de oro. Además, conserva una decoración hecha con guirnaldas de flores, mientras su cara y cuello están cubiertas por piedras de colores.

Su cuerpo fue víctima de los ladrones de tumbas

La tumba original de Amenhotep I nunca se encontró. La momia fue descubierta hace 140 años en Deir el-Bahari, un sitio cercano a la antigua ciudad faraónica de Luxor, donde se sabe que funcionarios de la dinastía XXI escondieron las momias de reyes y nobles para protegerlos de los ladrones de tumbas.

Exploradores dirigidos por Gaston Maspero, director del Servicio de Antigüedades de Egipto, y su ayudante alemán, Emile Brugsch, hallaron en 1881 -gracias a la ayuda de una familia de saqueadores de tesoros pagados- la mayoría de las momias de los grandes faraones de las dinastías XVIII, XIX y XX.

Junto al sarcófago de Amenhotep I, Maspero y su equipo encontraron, además, las momias de los reyes Tutmosis I, Tutmosis III, el afamado Ramsés II, Seti I y Ramsés III, entre otros. Habían sido sepultados allí por los sacerdotes de la dinastía XXI (1070 a 945 a. C.) para salvarlas del expolio en una época de gran inestabilidad política para Egipto.

Trasladada a El Cairo, en la momia de Amenhotep los egiptólogos encontraron una antigua avispa que había quedado atrapada junto al faraón en su viaje a la eternidad.

"Casi todas las momias estaban cubiertas con guirnaldas secas (aunque no todas tan bien conservadas como la de Amenhotep I) y lotos marchitos que habían permanecido intactos durante miles de años, y no había mejor forma de comprender la suspensión del tiempo y el freno a la descomposición que ver esas flores inmortales sobre los cuerpos eternizados. Es la imagen de un sueño interminable", escribió entonces Eugène Lefébure, director del Instituto Francés de Arqueología, que participó de la expedición.

La tomografía reveló que los restos del faraón Amenhotep sufrieron lesiones post mortem posiblemente ocasionadas por los ladrones de tumbas. De hecho, gracias a jeroglíficos, se sabía que el sarcófago había sido saqueada, efectivamente, cuatro siglos después de su entierro original antes de que los sacerdotes del siglo XI desenvolvieran el cuerpo y repararan los daños.

“No pudimos encontrar ninguna herida o desfiguración debido a una enfermedad para justificar la causa de la muerte, excepto numerosas mutilaciones post mortem, presumiblemente por ladrones de tumbas después de su primer entierro”, dijo Saleem.

“Los primeros momificadores le habían quitado las entrañas, pero no su cerebro ni su corazón”, agregó. “Demostramos que, al menos para Amenhotep I, los sacerdotes de la dinastía XXI repararon con amor las heridas infligidas por los ladrones de tumbas, restauraron su momia a su gloria original y conservaron las magníficas joyas y amuletos en su lugar".

"El hecho de que la momia de Amenhotep I nunca se hubiera desenvuelto en tiempos modernos nos dio una oportunidad única. Al desenvolver digitalmente la momia y despegar sus capas virtualmente pudimos estudiar a este faraón bien conservado con un detalle sin precedentes", precisó Saleem.

Aunque no tan famoso como Akhenaton, Tutankamon o Ramsés II, Amenhotep I gobernó Egipto durante aproximadamente 21 años. Fue el segundo rey de la Dinastía XVIII y ascendió al trono después de la muerte de su padre, Ahmose (o Amosis).

Su nombre significa "Amón está satisfecho", en referencia al dios egipcio del Aire, aunque su nombre de reinado fue Djeserkare -"Santo es el alma de Re"- y se considera que tuvo un reinado pacífico que le permitió concentrarse en la organización administrativa y la construcción de templos. Es posible que haya cogobernado con su madre, la reina Ahmose-Nefertari.

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