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La discreta boda de Penélope Cruz y Javier Bardem

En cierto modo, parte de la imagen que se forjó el público de sus jóvenes protagonistas vino marcada por ese descubrimiento que fue Jamón, Jamón: Bardem era concebido como macarra, un garrulo sexy lleno de una energía física, igual que su personaje, definido por Bigas Luna como “sexo puro. Representa la tierra, el secano, lo más primitivo y real. Es un poco chuleta, pero está muy necesitado de cariño. Come ajos todo el tiempo y trabaja en un almacén de jamones”. El personaje de Penélope, Silvia, era un icono sexual entre ingenuo ycorrompido, acosada y ninguneada por ser pobre e hija de una prostituta pero deseada por su belleza. Esa mezcla irresistible de dulzura y aparente inocencia y promesas de perversión pasó a ser parte del aura de Penélope. Contribuía a eso que en ese mismo año 92 se estrenaba Belle Epoque, donde Penélope era la menor y más inexperta de las cuatro hermanas, pero terminaba quedándose con el disputado Jorge Sanz.

Jamón, jamón fue una de las películas más taquilleras del año y uno de los mayores éxitos del cine español en el extranjero, aupada por el evidente morbo de ser una obra llena de sexo explícito y primeros planos de paquetes enfundados en calzoncillos Sansón. Aquel sexo tan racial de Bardem y Penélope Cruz ante el toro de Osborne –“cuando rodamos el plano en el que Javier Bardem le come las tetas a Penélope Cruz, le dije a él que no tenía que parecer sexual, que tenía que interpretar de manera que pareciese que se estaba comiendo un flan”, contaba el director- y aquellos requiebros –“eres un guarro”,“y tú una jamona”– en el desierto de los Monegros pasaron a ser patrimonio nacional, al tiempo en el que también lo hacían sus protagonistas.

Pero ese salto repentino a la fama tuvo sus consecuencias, no siempre positivas. Bardem se esforzó por cambiar de registro, sobre todo porque después de protagonizar Huevos de oro también con Bigas Luna, sintió que podía estar encasillándosele en los papeles de chulito de extrarradio. En el caso de Penélope, el tema fue más complejo al tratarse además de una mujer jovencísima, recién cumplida la mayoría de edad, con un papel tan volcánico y lleno de desnudos. En entrevistas, diría haberse sentido dañada por el papel, declarando que quizá no era lo bastante madura como para interpretarlo: “No estaba realmente preparada para hacer un desnudo, pero no me arrepiento, porque quería empezar a trabajar y me cambió la vida”, declaró a Los Angeles Daily News en 1999.“No lo llevé muy bien”, ratificaría en una entrevista a The sun. “Tuve una fuerte reacción hacia cualquier cosa sexual o sensual durante un tiempo. Me corté el pelo muy corto. No hice escenas de amor, ni siquiera besos, durante años”.Sin embargo, tal vez con cierta ambivalencia, nunca quiso cargar las tintas o culpar a Bigas Luna, a quién siempre dijo adorar. En el 96, sobre anteriores declaraciones suyas en la misma dirección, afirmaría: “Yo no me he arrepentido de nada, he tomado una dirección, simplemente eso. Además, a mí nadie me obligó a hacer nada, lo hice porque quise y estuve muy contenta de que me dieran el papel”.Javier Bardem, en un documental dedicado al director, aseguraría: “Si el rodaje y el trato de Bigas no hubiesen sido tan placenteros, a lo mejor ni yo, ni Jordi ni Penélope hubiésemos seguido”. Los tres se refirieron a él como un padre artístico en varios sentidos, y Bardem aumentaría el elogio a asegurar que le debía “una profesión, unos trabajos, incluso una mujer”.

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