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De codearse con la muerte en África a las tiras de asado en la ruta: las anécdotas más alocadas de Orly Terranova, el argentino récord del Rally Dakar

Al caer la noche en el campamento de Bisha, en el epílogo del Rally Dakar 2022 corrido en Arabia Saudita, el mendocino Orlando Terranova cumplió con el ritual de compartir el fogón con sus compañeros de equipo antes de participar de la reunión de pilotos, que se hace a diario al aire libre y de la que cualquier persona puede sumarse, como s fuese un cabildo abierto. Se lo vio satisfecho porque estaba a una etapa de conseguir el mejor resultado histórico para la Argentina en autos, la categoría que define la clasificación general de la carrera. El cuarto puesto final que logró fue la culminación de una gran performance con el prototipo de la escudería Bahréin Raid Xtreme (BRX), autos construidos por Prodrive, una fábrica inglesa que se dedica al diseño y construcción de vehículos deportivos.

Cuando la competencia se disputaba en África era casi una utopía para los argentinos. Pero Orly siguió la carrera en una época donde los medios locales le daban escasa cobertura, sin redes sociales y mediante una revista empezó a interiorizarse. Dejó el enduro, enel que era campeón, decidió embarcarse y junto a dos chilenos abrió las puertas de muchos latinoamericanos. Cuando la carrera se suspendió en 2008 por las amenazas terroristas de Al-Qaeda y llegó a Sudamérica, se convirtió en uno de los referentes de la región y empezó a correr en autos.

Al llegar a sus diez ediciones el mendocino recibió de Amaury Sport Organisation (ASO), la empresa que organiza el evento, la distinción de “Leyenda del Rally Dakar” y por eso figura la referencia amarilla en el listado de pilotos. En un marco distendido, el piloto de 42 años aceptó el diálogo con Infobae y contó sus memorias desde aquel debut en 2005.

-¿Cómo se llega a ser una “Leyenda del Rally Dakar”?

-Uff… Fueron dos en motos en África, todos los de Sudamérica (once) y los tres en Arabia Saudita. Toda una vida. De joven y adulto la estoy pasando en el Dakar, todos los eneros y si bien uno se va cansando porque se va poniendo grande, es lindo. Pero el Dakar te tiene que atrapar, si no te gusta, si no lo sentís, no es un lugar para venir, estás incómodo y sobre todo en motos o en cuatriciclos. Ya cuando das el salto a auto estás un poco más cómodo y más cuando estás con un auto competitivo. Este Dakar la pasé muy bien. El anterior fue muy feo, llegamos y no pudimos entrenar, el auto no andaba y este lo he disfrutado. Me reencontré con la pasión de ir por el desierto, de empujar, de ir por más.

-¿Cómo llegaste a correr en África?

-En septiembre de 2003 me quise inscribir para la edición de 2004 y me dijeron “estás un año tarde”. Entonces empecé a prepararme para el 2005 y esperé todo el año y lo trabajé y lo entrené con Carlos de Gavardo (recordado piloto chileno), que tuvo un infarto y se murió (en 2015). Con su papá y con Pablo Levalle (otro corredor trasandino) hicimos un grupo de latinoamericanos. En ese momento no existía el roadbook (hoja de ruta), no había motos de rally, era toda una tribu muy chiquita. Hicimos un rally que se llamaba “Patagonia Dakar”, fuimos al “Rally del Desierto” al norte de Chile, hicimos campamento en Iquique, pero igual llegué mal entrenado. Llegué con pocos kilómetros, sin hoja (de ruta) y me acuerdo como si fuese hoy ese cruce en el barco a Marruecos, el frío de la noche de Marruecos y me quedé en Mauritania, se me rompió el embrague. Quede ahí en la etapa 11/12. Y fui en 2007 también por la revancha y tampoco pude terminar. En el primero de la Argentina tampoco pude terminar, y recién en 2011 con el Mitsubishi, terminé. Se fue incorporando la familia, conociendo gente y vas a aprendiendo. Este es un deporte complejo, donde la mayor performance está en gente más adulta, porque tenés que entender mucho la dinámica de la carrera, es larga, que no solo es ganar etapas, y que a veces tenés que ir un poco más lento, sobre todo porque el cuerpo de nosotros está fuerte para la resistencia a partir de los 35/40 años. Han sido casi 20 años de mi vida dedicados a esto en todos los eneros.

-¿Qué te decían tu familia y amigos de que ibas a correr el Dakar en África?

De codearse con la muerte en África a las tiras de asado en la ruta: las anécdotas más alocadas de Orly Terranova, el argentino récord del Rally Dakar

-Que era una locura. Lo seguía mucho el rally y muy demorado compraba la revista Motor, porque en ese momento no había Instagram, Twitter, Facebook. Veía por fotos y yo venía del enduro, había corrido los Seis Días (uno de los eventos internacionales más fuertes de la especialidad), campeón latinoamericano, nos habíamos ido a muchos lados y me gustó. Y en mi casa saben que cuando voy para un lado es muy difícil pararme y mi madre me seguía en lugar de bloquearme. Me siguieron con la locura y mi familia fue a Barcelona en la largada. Hacía mucho frío. Pablo Levalle, un chileno, es amigo mío y él terminó. También de Gavardo. Ese fue el camino de muchos que nos vieron para correr y es como que fuimos una punta de lanza. Fue por la pasión, por la locura del enduro, la montaña.

-¿Qué anécdota recordás de África?

-Me acuerdo que cuando abandoné estuve varado en un control de paso al que me llevó el helicóptero con la moto colgando, y le ofrecí plata a un local para que me consiguiera un taxi, y a las tres horas, cuando ya había perdido cualquier esperanza de que viniera, cayó un tipo con él con un Mercedes blanco, le di su propina (al del local) y con el chofer del auto negocié -era profesor de escuela- para que me llevara a Nuakchot, la capital de Mauritania. El tipo me llevó 500 kilómetros, tenía mi pasaporte en la billetera y cuando llegué al hotel, cuando me voy a hacer el check-in, a las cinco de la mañana del otro día, en el libro de los hoteles donde vos te registrabas, la persona anterior registrada era mi madre con mi hermana, que habían cruzado, sin visa habían podido entrar, siguiéndome así que me reencontré con ellas y de ahí nos fuimos a Senegal en auto para poder volvernos a la Argentina. Esa es la anécdota que más recuerdo de África.

-¿Qué fue lo que más te marcó en África?

-Fue el accidente de José Manuel Pérez “El Carni”, yo fui el primero que llegó. Pobre después falleció cuando lo trasladaban a Europa. Me acuerdo como si fuese hoy. Fue la etapa Zouerat y Tichit, 660 kilómetros, muy dura, íbamos todos en moto y nos abrimos en un lago seco y él iba a la izquierda mía. Hacía unos años se había quedado enterrado en un camión porque la arena era muy blanda, la moto le picó de atrás y se pegó. Volví, estaba toda abollada la moto, le salía sangre de los oídos, estaba muy golpeado. Me costó mucho seguir. Me acuerdo que en esa etapa llegué 13º, llegamos solamente 22 motos y la carrera se canceló porque fue un desastre de logística porque nadie había llegado y fuimos en enlace hasta Tidjikja. Esa fue una foto que tengo grabada porque aparte hubo una tormenta de arena. Era en el Desierto del Teneré, en Mauritania.

-¿Y cómo se sigue adelante en carrera cuando se mata un compañero?

-No hay profesionalismo por encima de esa sensación. Me pongo muy mal por los pilotos de motos. La imagen de la asistencia a Paulo Goncalves (piloto portugués fallecido en 2021). Que el tipo (un piloto) tenga que seguir después 200 kilómetros, es terrible la fortaleza mental porque al otro día no es que salen regulando. Nosotros vamos muy rápido y tomamos riesgos, pero es otro nivel el motociclismo, a tal punto que se ha tergiversado la filosofía de la carrera. Eso de llegar y decir “no corremos”, yo en lo personal no estoy de acuerdo, pero tampoco me puedo meter en la decisión de los pilotos, pero tiene que ver con el riesgo, con la velocidad. Tenés 15 tipos en diez minutos después de doce días de carrera y eso es terrible. Ellos (los motociclistas) lo ven muy de cerca y eso es muy doloroso. A mí África me pegó muchísimo, todavía lo recuerdo y es parte del costo del deporte, y más este que es peligroso.

-¿En Sudamérica qué historia recordás?

-Me gustaba mucho pasar por Mendoza porque me cruzaba con la gente con la que hacía enduro, amigos en los enlaces. Pero lo lindo era Córdoba o en Santa Fe, y en los enlaces te paraban y te daban un asado de tira. Los últimos días eran extraordinarios. Mi primera victoria en una etapa, en Córdoba, que íbamos a La Rioja, con la X3 (BMW). Lo más lindo que me ha quedado son los amigos y en el teléfono uno tiene agendado mucha gente del mundo y que siempre cuando va a esos lugares los llamás y ellos están. Y los reencuentros son muy lindos, las anécdotas son muy lindas. Eso es lo que queda, los recuerdos, las vivencias, en definitiva, eso tiene un precio único.

-¿Qué pasó con aquel navegante que te dejó plantado y después apareció comiendo un asado en Chile?

-El problema arranca cuando Lucas Cruz (navegante español) nos cancela sin avisarnos. Ha pasado mucho tiempo (fue en 2012). No nos respondía el teléfono y teníamos un contrato firmado. Hicimos una reunión de urgencia para poder buscar un copiloto y me dijeron “mirá, tenemos a tal persona”. Dije bueno, cerramos los honorarios, el pasaje, contrato, “vamos a correr”. Era un americano que andaba en moto. Quedamos segundos llegando a Chilecito, pero 20 kilómetros antes de llegar habíamos discutido por el lugar donde teníamos que cambiar el neumático. El tipo me había levantado la voz… Cuando llegamos no habló, se sacó la ropa del equipo, se puso a tomar y se puso el auricular. A mí me levantan a las cuatro de la mañana y me dicen “éste no larga”. Fue una debacle, el tipo nos pidió un pasaje a Dallas, después se fue a otro lugar… El inicio del problema fue la falta de cumplimiento de Lucas Cruz y a partir de ahí salir a buscar a alguien que no conocíamos y salió mal. Se habló mucho, cualquier cosa, inventaron, dijeron que “maltratábamos”, el tiempo me dio la razón: por mi casilla no paran de pasar amigos de España, de Austria, de todos lados y él (Andy Grider) nunca más estuvo en este campamento. Fue un rayo fugaz. Tuve que darles explicaciones a mis sponsors, muchos de ellos me creyeron y me aguantaron. Apagué el teléfono y la dejé pasar. Agaché la cabeza y como es la vida, darle para adelante. Aprendí que haciendo las cosas con tiempo tenés menos chance de tener errores. Por ahí tenés que darte la mano y cerrar las cosas con gente que te está mirando a los ojos para que después no haya cambios.

-¿Cuántas veces dijiste “qué estoy haciendo acá”?

-Un montón de veces (risas). En motos te diría que muchas veces. En auto, cuando la pasaba mal era en la altura, los 4.000/4.300 metros. Ahora he logrado incorporar cómo adecuarme a dormir en el motorhome, pero antes ir a un hotel, levantarme a las tres (de la madrugada), es el peor momento de la carrera. En Copiapó cuando hicimos 100 kilómetros de noche (de tramo cronometrado) fue duro. Terminás la carrera muerto y a los dos meses decís, “¿cuándo es la próxima?”.

-¿Ya te acostumbraste a pasar fin de año fuera de tu casa?

-Sí, pero siempre estuve acompañado por mi familia y algunos amigos, y ha sido bastante tranquilo. Pero es así la carrera y está planteada así, y desde hace casi 20 años todos los eneros estamos acá. Es un placer, en la vida no ahorramos minutos, el mensaje es vivamos el presente que es lo más importante, porque uno no sabe qué va a pasar el día de mañana y a disfrutar lo que uno quiere. Esto es pasión y estos momentos valen oro, así que hasta que tenga ganas voy a hacer lo imposible por estar.

-¿Cómo te trataron los cambios de climas?

-Hemos pasado mucho frío en el Titicaca, en Bolivia, en los enlaces. El agua a estos autos les viene mal porque estos autos están hechos para lo seco y a veces en la Argentina y en Bolivia llovía y el auto se empañaba y la pasabas mal. Hemos hechos los tres cruces de alta altura entre Argentina y Chile y ahí en algunos había nieve y veía a los chicos de las motos y era terrible, como la primera semana para las motos en este Dakar en Arabia Saudita, por el frío que fue demoledor. A las seis o siete de la mañana se ponen todo con la primera luz del día salen con las camperas sin mangas.

-¿Desde qué momento en el año empezás a trabajar para el siguiente Rally Dakar?

-A finales de enero. Este año, entre el 15 y 20 de enero me llamaron de Inglaterra y en este deporte tenés que entender las reglas y en base a donde van las reglas tenés que tomar la mejor posibilidad. Aquellos pilotos que no analizaron el reglamento y fueron por el auto ganador del Dakar pasado se dieron cuenta que la decisión la tomaron mal en marzo y que no hay vuelta atrás y que hoy estás en desventaja con un buggy, que es un vehículo que requiere mucha conducción y le sacás el tiempo si sos un Carlos Sainz, que no hay muchos. Fue un año complejo porque fuimos a correr a España, después tuvimos un test, se suspendió, se prendió fuego un auto, pero todos tiramos para un mismo lado en el equipo y conseguimos un buen resultado, porque ser cuartos en autos no es poco para el Rally Dakar.

-¿Y cómo se consigue presupuesto para correr a 12 mil kilómetros de la Argentina?

-No tuve complicaciones porque lo mejor que nos pasó fue que cuando el Dakar fue a Sudamérica hubo muchas empresas que nos ayudaron y entendieron la carrera y eso permitió dar un salto, hoy tenemos a Kevin y Luciano Benavides, a Franco Caimi (piloto oficial Hero que no pudo correr por una lesión); los Patronelli (Marcos y Alejandro) en su momento en cuatriciclo donde fueron campeones cinco veces; en autos Lucio Álvarez, Sebastián Halpern, hay muchos corriendo en gran nivel y eso hizo que la Argentina sea parte de una legión y gracias a que estuvo el Dakar en Sudamérica sino hubiera sido muy difícil.

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