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Una semana en 'mierda jobs': dinero en el baño, pagar por trabajar y falsas promesas

Miércoles, 10:00 de la mañana. Me planto puntual en la puerta de Climacal, una empresa de mantenimiento de luz y gas de Villaverde, barrio obrero del sur de Madrid. Me han citado a esa hora para una entrevista de trabajo que no empieza hasta 40 minutos después. Cuando por fin llega el encargado, no se disculpa, y me pregunta brevemente por mi experiencia laboral: dependienta, azafata de eventos y teleoperadora.

No ahonda demasiado. Solo quiere saber si me veo capaz de ir puerta a puerta convenciendo a gente para que deje su seguro de mantenimiento con Iberdrola o Endesa y contrate el servicio con ellos. "¡Claro!", respondo, a pesar de no haber hecho nada así en mi vida. La oferta es tentadora: 750 euros al mes en jornada de ocho horas. 15 euros más que el Salario Mínimo Interprofesional. Los primeros días de "formación", eso sí, son gratis. Luego me espera un contrato por obra y servicio y "si cumplo objetivos" ya conseguiría un codiciado contrato con la empresa.

He aplicado a medio centenar de ofertas precarias con un currículum falso. Solo en una decena me preseleccionaron

Pero ese sueldo es solo una parte. Gracias a las comisiones de entre 20 y 25 euros por contrato firmado me promete que "hay gente que gana mucho dinero". Sin embargo, la apariencia que da la empresa es de tener bastante rotación. La oferta de trabajo está repetida varias veces en la misma web: "Empresa busca incorporar para nueva campaña vacantes, personas serias y responsables que quieran crecer y tener estabilidad. Apto para personas de 16 y 17 años con la autorización de sus tutores". Es lo que esta cuenta de Twitter considera un "mierda job": ofertas precarias por sus condiciones abusivas, sus tipos de contrato o sus salarios dificilmente compatibles con una vida decente.

El trabajo se lleva a cabo por todo Madrid en horario de diez de la mañana a "seis y algo" de la tarde, a pesar de que la persona que me citó para la entrevista me aseguró que dependía de mi disponibilidad. "Pregunta por Diego y ya estarías dentro", me prometió el chico, que se llamaba Sergio. Al día siguiente nadie sabía ni qué Diego era ni qué Sergio me citó. Tampoco me llamaron "para empezar el lunes" como me dijeron al despedirme. Normal, ni siquiera me habían cogido el número de teléfono.

Esta semana he intentado buscar trabajo de repartidora de pizzas, de peluquera, de relaciones públicas en una discoteca, de cuidadora de niños, de dependienta, de cocinera… He echado cerca de 50 solicitudes de trabajo con un currículum falso en busca de las ofertas de trabajo más precarias del mercado laboral. En el mar de anuncios me he encontrado tesoros que nunca creeríais. Padres dispuestos a pagar entre 100 y 300 euros mensuales por cuidar a su hijo de dos años todos los días durante cinco horas. Empresas de peluquería que te preguntan si puedes aportar dinero a la empresa para poder trabajar. Puestos de camarera en un restaurante mexicano por un euro la hora. Trabajos de embalador de maletas que te venden como ventaja "añadir una parte física a tu día a día".

Una de mis ofertas favoritas me llegó directamente a mi bandeja de correo después de pedir más información a un mensaje en Milanuncios. La opción de trabajar de comercial desde casa me pareció atractiva, sobre todo con un sueldo de entre 100 y 500 euros a la semana. Al rato de pedir más información, Romina me escribe para explicarme que se trata de captar anunciantes para la web www.10mejores.es, un 'site' de 'rankings' de empresas por provincias. Lo único que tengo que hacer es poner mi propio teléfono, saldo y ordenador y llamar a comercios uno por uno ofreciendo un buen posicionamiento en Google. A cambio me llevo una comisión de entre 10 y 60 euros por cliente, según lo caro que sea el servicio que contraten. El pago se hace "en mano si eres de Madrid, por transferencia o por Paypal". Sin embargo, lo que más me convence es la justificación que me da Romina de sus prestaciones laborales: "Lamentablemente este tipo de trabajo muy poca gente se lo toma en serio y no podemos ofrecer mejores condiciones desde el inicio". Para que ellos cumplan con la legalidad tienes que ganártelo: "Si eres seri@, nos envías bien los informes semanales y haces clientes 2 semanas seguidas renegociamos condiciones, te ponemos un sueldo fijo e incluso más adelante podemos hablar de contrato laboral".

Al menos en la Pizzería Mayor de ronda de Segovia a la que acudo el jueves por la tarde son sinceros y admiten que ofrecen "poquita cosa". Aseguran que no pueden pagarme más de 5,5 euros la hora "porque todos estamos igual", aunque me hacen contrato de repartidora y ponen ellos la moto. La cadena tiene once pizzerías de franquicia en todo Madrid. El contrato es de ocho y media de la tarde a doce de la noche, de viernes a martes, pero las horas extras y los festivos se pagan en mano. También pagan en mano en la discoteca Jowke de Alcorcón donde buscan "chicas de imagen" con una fotografía de mujeres ligeras de ropa. Sin embargo, ni siquiera tengo que hacer una entrevista para empezar a trabajar este mismo fin de semana (y prometo que mi imagen de WhatsApp es muy normal). Solo me piden que lleve a mis amigas y hacer promoción por mis redes sociales. Si cinco personas entran con mis 'flyers' me llevo 30 euros. Diez personas, 60 euros. Veinte, 70 euros…. Los pagos se hacen "donde el baño de las chicas" y tengo que ir al menos dos días de cada quincena.

Alejandra lleva un mes y medio haciendo este mismo ejercicio: acudir a las ofertas precarias que encuentra mientras busca trabajo. Ella es la persona detrás de la cuenta de Twitter de Mierda Jobs, donde publica los mejores (o más bien peores) anuncios que ve por la red. "Voy como a tres entrevistas al mes para confirmarme y ser consciente de la realidad, porque algunas son increíbles". La idea se le ocurrió hablando un día con sus amigas y compartiendo sus experiencias buscando trabajo. De lo suyo, periodista, o de lo que salga. Lo que más ha encontrado es con falsos autónomos y dinero en negro. "El que te da de alta en la Seguridad Social te lo vende como si fuera un lujo".

Una semana en 'mierda jobs': dinero en el baño, pagar por trabajar y falsas promesas

En sus tuits hace siempre el cálculo del salario a la hora deduciendo costes (como la tasa de autónomo) para llegar a cifras reales e irrisorias de poco más de un euro la hora. Sin embargo, lo que más le escandaliza no son estos casos extremos: "A la gente le indigna mucho que haya salarios de 1,4 euros la hora. Es verdad que existen ese tipo de trabajos; yo lo he hecho de niñera, o el caso de los becarios... Pero aparte de mostrar eso creo que es importante enseñar también los que en apariencia no son tan terribles, que igual pagan a 5,5 euros la hora. Con eso no se puede vivir, y mucha gente en España está así. Tengo muchas amigas con preparación que ganan menos de mil euros. Y eso está normalizado".

Para mi sorpresa, gran cantidad de ofertas que anunciaban salarios por debajo del SMI, pagos en negro o, directamente, trabajar gratis, tenían decenas de candidatos apuntados. De hecho, en muchas candidaturas para las que había falsificado un currículum 'ad hoc', ni siquiera me preseleccionaron. Otra buena tanda de anuncios no daba ningún tipo de información sobre el salario y tampoco estaban dispuestos a decirlo antes de acudir a la entrevista para ver si a ti también te interesa o no presentarte (e invertir tu tiempo).

El que te da de alta en la Seguridad Social te lo vende como si fuera un lujo

Pero la precariedad no se limita solo a los puestos que precisan de menos cualificación, aunque las ofertas que más abundan en los portales de empleo son las menos cualificadas (y las que utilizo para mi CV falso). De hecho, según datos del INE, los sectores relacionados con actividades financieras, la educación o las actividades profesionales y científicas son los que más han visto incrementar sus horas extra (remuneradas o no). Más que la hostelería o la construcción.

Por eso, el panorama que encuentro en mi periplo en trabajos de baja cualificación no dista mucho del que han vivido también personas con carrera como David, un abogado gallego que estuvo dos años trabajando en un bufete sin ningún tipo de contrato. El primer año directamente no cobró nada, y el segundo percibía 200 euros al mes que se le iban en pagar la cuota de la mutua de abogacía para poder facturar los servicios que hacía en su trabajo de 9 a 8 de la tarde en turno partido. "Demasiado aguanté, se aprovechan de personas que no tienen muchas opciones laborales y que quieren trabajar de lo suyo. Al final lo dejé porque no me compensaba recibir broncas por ese dinero", confiesa ahora.

La crisis también ha afectado a los tipos de contratos que se firman. En 2017, el 42% de los contratos fueron de jornada parcial, mientras que en 2008, a inicios de la crisis, se reducían al 30%. De hecho, España triplica la media de la OCDE en trabajo parcial no deseado con un 9,3% de la población en esta situación. Y eso cuando la jornada es realmente parcial. Sara, una actriz de doblaje que prefiere no dar su nombre real, estuvo trabajando dos meses para una ONG captando socios por las calles de Madrid. En principio le vendieron que su trabajo era de cuatro horas semanales, pero desde el primer día hacía mínimo ocho. "Para poder cobrar tenías que llegar a un cupo de socios. Y para conseguirlo tenías que trabajar mañanas, tardes y fines de semana. Aun así, la mejor de España ganaba entre 700 y 800 euros al mes". Curiosamente en una organización que se dedica a recaudar dinero para los más desfavorecidos, denuncia Sara, las condiciones de sus trabajadores estaban muy lejos de ser dignas. "Lo acabas haciendo porque tienes mucha presión, yo no era de Madrid y tenía que pagar la habitación y comer. Y ellos lo sabían y te decían que si no me volviese a mi provincia".

Como yo he hecho de manera ficticia, Sara se ha quitado cualificación de su currículum para poder acceder a algunas ofertas de trabajo. Ha borrado, por ejemplo, idiomas que no sean inglés o conocimientos de informática. "La sensación que tenía muchas veces es que no querían gente con estudios porque son más fáciles de manejar", confiesa. "No hacen preguntas, simplemente se dedican a lo que tienen que hacer y ya está".

En mi caso, no necesitaba ninguno de los trabajos para los que he estado aplicando esta semana, pero aun así ha sido fácil imaginar la frustración por no haber sido ni siquiera preseleccionada en casi 40 ofertas del medio centenar al que apliqué, a pesar de falsear mi experiencia laboral. Y también que de los cuatro casos con los que ha habido propuesta formal, tres fuesen con dinero en negro. Y el otro, trabajar gratis. "El problema es que estamos normalizando la precariedad", reflexiona Alejandra.

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