PLANES CON NIÑOS EN MADRID
“Vivimos cerquita y somos asiduos, el sábado compré 12 entradas para los próximos meses porque se agotan enseguida. Los espectáculos son impresionantes y los talleres, más; la ludoteca, maravillosa; y los anfitriones ―el equipo que se encarga de recibir y acompañar a los visitantes―, majísimos. Este sitio es un auténtico lujo y su cocina, superguay”. Así define una usuaria, Estíbaliz Blanco, de 44 años, el concepto de Espacio Abierto, el único centro cultural, de creatividad y de encuentro dedicado al público de cero a 18 años de toda la Comunidad de Madrid. Es domingo y Blanco está sentada con su hijo de seis sobre un kílim en un lugar bizarro como él solo: las gradas de lo que parece un anfiteatro y en realidad es una antigua pista de tenis de hierba, presidida por un frontón de arquería color salmón con reminiscencias art decó, en una esquina del parque de La Quinta de Los Molinos de la capital, que alberga más de 8.000 almendros, varias edificaciones únicas y dos molinos traídos de EE UU. Ambos asisten fascinados a Quintaneando, un espectáculo al aire libre de la compañía madrileña Aracaladanza que inaugura la temporada de otoño de este centro.
Entre los silencios de la música, balbucea un bebé, que quiere salir de su alfombrilla para tocar a unos pájaros del paraíso que picotean la hierba mientras se contornean. “Mamá, que no son pájaros, son personas disfrazadas”, corrigen unos niños. En otra alfombra están Marta Moris, de 37, David Ruano, de 35, y sus dos hijos de cuatro años y nueve meses. “Hemos venido varias veces, mi madre vive por aquí, es fantástico”, explica David señalando a la abuela, Margarita Gallego, de 71 años. La familia solo tiene “una queja”, y “grande”: “Que no haya uno en cada distrito, porque la oferta es escasa para toda la ciudad y resulta difícil acceder a las actividades”.
Ellos hasta ahora solo habían podido hacer un taller de música para bebés, aunque sí han disfrutado de su zona de juego libre para niños de 0 a 12 años, llamada Urbanoteca, donde pueden construir, saltar, apilar, trepar, leer y compartir juegos de mesa, de momento cerrada por la covid. La que sí está abierta es la Play Quinta, para niños de 12 a 18 años, una acogedora guarida con pufs, hamacas, cartas, juegos, cómics, libros e instrumentos musicales.
Más informaciónEl Teatro de Títeres de El Retiro, un tesoro que lleva 74 años pasando de padres a hijos“Mamá, quiero ser ‘arquelógola”También entre el público, Laura Neira, de 41, y su pareja, Ángel del Río, de 46, apuntan las claves de este especialísimo lugar mientras sus hijos, de cinco y tres años, asisten embobados a la danza: “El entorno, los precios, que están tirados ―de cuatro a seis euros por persona―, y su creatividad y calidad, nada que ver con las típicas obras de teatro infantiles”. “Ya que vienes a una actividad, te quedas en la sala de juegos, a merendar y a echar la tarde en el parque”, cuentan. En el Café-Jardín, abierto todo el día y que es una escuela de hostelería para jóvenes en riesgo de exclusión social gestionada por la ONG Cesal, dan desde desayunos a comidas y cenas con muy buena relación calidad-precio. También se puede comprar allí comida para llevar o traerla de casa para hacer un picnic en el parque, un paseo que, por sí solo, merece muchísmo la pena.
Una vez terminada la función, avanzando hacia la puerta del parque por la calle Juan Ignacio Luca de Tena, emerge como un sueño dulce un palacete rosa de cuatro plantas construido en los años veinte con un estilo entre la Secesión y el racionalismo con toques regionalistas. Es la sede de Espacio Abierto, obra del antiguo dueño de la finca, el ingeniero y arquitecto César Cort. Por dentro, la decoración, la atmósfera, la idiosincrasia y las propuestas de la casa te hacen sentir en Berlín, Ámsterdam o Copenhague. “Pues no, es Madrid y es San Blas”, responde con orgullo Beatriz de Torres, su directora. El palacete y el parque, “inspiradores por sí mismos”, pertenecen al Ayuntamiento desde 1982, que abrió los jardines, pero se olvidó del edificio. Lo restauró en 2007 con la idea de convertirlo en escuela de música, pero nunca se había usado hasta que “Manuela Carmena lo visitó, vacío y pensó que sería una maravillosa casa para niños”.
“Abrió en 2018 tras un par de años de trabajo, pero solo hemos podido hacer una temporada completa, ya que durante el confinamiento estuvimos cerrados”, recuerda De Torres, que subraya la originalidad del proyecto: “No hay otro igual ni en Madrid, ni en España, ni fuera”. En estos años, han desarrollado “un lenguaje propio para acercar el conocimiento a los niños de forma amena y sencilla”. “Es nuestro espíritu y el público y los creadores recogen el guante”, asegura De Torres. “Es un espacio donde los protagonistas absolutos son los niños y los adolescentes y donde todo está atravesado por la creación. Es darles una casa en la que puedan reconocerse, compartir e inspirarse para usar el arte como herramienta”, añade.
El segundo ingrediente del éxito es un programa “estable, pensado para ellos, variado, amplio y por edades y disciplinas, desde la filosofía al teatro y a la danza, el cine mudo con música en directo, cabaret, conciertos ochenteros, masterclasses de los propios artistas, circo, pintura comestible, instalaciones sensoriales para bebés, laboratorio de colores, fotografía, electrónica, programación...”. “Intentamos ampliar el espectro y las miradas”, resume De Torres.
La directora se niega a dar cifras de visitantes porque no le gusta medir el éxito en números, pero no hacen falta datos para saber que la apuesta era una necesidad y es un exitazo, solo hay que mirar la programación de los próximos meses, con 35 actividades de todo tipo, y ver que las entradas “han volado” en unos días. “Hemos vivido verdaderas avalanchas de público. Queremos ser muy del barrio, pero también muy de todos. Vienen de otros distritos de Madrid, muchos del centro, Aravaca y Hortaleza, pero también de Tres Cantos, Pozuelo y de provincias limítrofes como Guadalajara, Toledo...”, detalla De Torres, que cuenta con un presupuesto “muy estiradito” de unos 550.000 euros anuales.
Por edades, la directora subraya “el megatirón” que tienen las actividades para bebés, ya que “los padres andan locos por encontrar propuestas estimulantes” y confiesa que resulta más difícil llegar a los adolescentes. De Torres, cuyo sueño es que el proyecto “se multiplique”, anima al Ayuntamiento a “crear una red de espacios abiertos por toda la ciudad”. Ojalá.
Además de la danza, el pasado fin de semana hubo una ‘gymkana’ fotográfica, una actividad de juego sensorial para bebés, que se repetirá el 23 y 24 de octubre y el 27 de noviembre con las entradas ya agotadas, y un taller de bordado colaborativo con Lorena Olmedo, autora del bellísimo cartel de la programación de otoño, que impartirá dos actividades más para enseñar su evocadora forma de crear cuadros a base de bordar a mano fotografías analógicas antiguas. Del segundo aún quedan plazas. Para este finde, proponen cinco actividades, que van desde pintura comestible a plastilina conductiva, teatro, un taller sobre el legado familiar y otro sobre experimentos artísticos. Ni lo intente, no hay plazas.
Dónde: La Quinta de Los Molinos tiene cinco puertas, la más cercana a Espacio Abierto es la de Juan Ignacio Luca de Tena, 20. Precio: entrada gratuita, las actividades cuestan entre 4 y 6 euros, con descuentos para familias numerosas, jubilados y parados. Se compran en la taquilla los sábados y domingos y online. Comida: la cafetería-restaurante es muy recomendable, con desayunos por 2,50 euros, cafés 1,40 y platos entre 3 y 12 euros, siete de ellos especiales para peques. Horario: de miércoles a domingos, de 10.00 a 20.00. El parque abre todos los días de 6.30 a 22.00.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Redactora de la sección de Madrid, también cubre la información meteorológica. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, cursó el máster Relaciones Internacionales y los países del Sur en la UCM. En EL PAÍS desde el año 2000, donde ha pasado por portada web, última hora y redes, además de ser profesora de su escuela entre 2007 y 2014.
Normas