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Los millennials de Corea del Sur dicen que sus vidas no son tan diferentes de las de 'El juego del calamar': se enfrentan a deudas desorbitadas, alquileres que no pueden pagar y trabajos sin futuro

Cuando Kim Keunha se mudó por primera vez a Seúl hace 8 años, su lugar favorito en la ciudad era un lugar cercano al puente de Mapo. A los 19 años, se sintió atraído por las luces brillantes de la capital surcoreana, muy lejos de su ciudad natal, Andong, una ciudad de la provincia sureña de Gyeongsang. Kim, que llegó a Seúl para intentar triunfar como tatuador, solía pasear por el puente, a veces con nostalgia, la mayoría de las veces con frío y hambre.

8 años después, el puente de Mapo ha adquirido un significado muy diferente para Kim. En la última década, el puente se ha convertido en un punto caliente de suicidios, atrayendo a las personas más desesperadas, a menudo atrapadas por las deudas, que se lanzan a morir a las aguas del río Han.

Para Kim, se ha convertido en un recordatorio de los sueños incumplidos. Su mayor problema ahora, sin embargo, es una deuda de unos 40.000 dólares (alrededor de 35.000 euros) que acumuló durante su estancia en Seúl.

"Me considero afortunado de haber conseguido mantener mi deuda por debajo de los 50.000 dólares", dice Kim, mientras muestra a Business Insider sus últimos extractos bancarios. "Soy muy consciente de los problemas financieros que tengo ahora mismo, pero es muy poco lo que puedo hacer para cambiar mi situación".

En 2021, el importe total de la deuda que acumularon los surcoreanos —más de 1,5 billones de dólares (cerca de 1.300 millones de euros) —rivalizó con el PIB del país, de 1,63 billones de dólares, unos 1.370 millones de euros). Una encuesta de 2018 del think tank coreano Seoul Institute descubrió que los coreanos tienen alrededor de 44.000 dólares de deuda por hogar.

Eso es mucho, teniendo en cuenta que la renta nacional bruta (RNB) per cápita coreana fue de solo 33.790 dólares en 2019, es decir, menos de 30.000 euros, según el Banco Mundial.

Las experiencias de Kim reflejan las implacables realidades de la vida de algunos jóvenes surcoreanos. Atrapados en trabajos sin futuro, con grandes deudas que pagar y sin medios reales para comprar una casa, no es de extrañar que estos millennials surcoreanos piensen en la exitosa serie dramática El juego del calamar, de Netflix, como un sombrío reflejo de sus propias experiencias.

"Si alguien me dijera que ahora mismo puedes jugarte la vida para que te quiten las deudas y hacerte multimillonario, lo haría sin dudarlo", afirma Kim. "Aunque si soy realmente honesto, los maestros del juego podrían pensar que mi vida probablemente no vale tanto".

Los jóvenes surcoreanos se enfrentan a una crisis de endeudamiento sin precedentes que está llegando a definir rápidamente a su generación

Nora Carol Photography

El juego del calamar cuenta la historia de un grupo de 456 surcoreanos con mala suerte en la vida que, enfrentados a una deuda aplastante, son convocados a participar en una serie de juegos infantiles mortales para intentar ganar un premio de 45.600 millones de wones coreanos, lo que equivale a unos 33 millones de euros.

Para gente como Kim, 33 millones de euros es una suma astronómica por la que dice que "moriría".

Tras ganar poco dinero como profesional del mundo del tatuaje, Kim ha pasado por todo tipo de empleos durante los últimos 5 años, desde ser portero en un club nocturno de la ciudad universitaria de Hongdae, a más tarde hacer turnos extra como camarero en un local de barbacoas en Sinchon.

Ahora, Kim trata de llegar a fin de mes trabajando a tiempo parcial en una tienda de alimentación, después de haber sido despedido de sus trabajos en restaurantes y clubes nocturnos debido a la pandemia.

Ropa, videojuegos, memes, fans en Instagram… El éxito de 'El juego del calamar' va mucho más allá de los 111 millones de personas que, según Netflix, han visto la serie

Kim, que consiguió que le aprobaran 4 tarjetas de crédito cuando aún era empleado y tenía 2 trabajos en 2019, ahora lucha por pagar la suma mínima de cada tarjeta cada mes. Sus pagos varían en función de cuánto puede exprimir del sueldo de su trabajo en la tienda, pero intenta hacer un pago de alrededor de 240 a 300 euros al mes en cada tarjeta. Sin embargo, el año pasado dependió aún más de las tarjetas de crédito durante un largo periodo de 8 meses de desempleo y vio cómo los escasos progresos que había hecho en el pago de su deuda se esfumaban.

En Corea del Sur es fácil obtener créditos incluso para las personas con menos ingresos. El país experimentó un boom crediticio tras la crisis financiera asiática de 1997, cuando el Gobierno surcoreano concedió exenciones fiscales a los pagos con tarjetas de crédito para impulsar el gasto. Con el tiempo se convirtió en una bola de nieve y ha provocado que los millennials sean una generación de 'gatillo fácil' a la hora de sacar su tarjeta de crédito para gastar dinero.

En 2019, se estimó que el surcoreano medio tenía alrededor de 4 tarjetas de crédito, y el uso de la tarjeta de crédito representó alrededor del 70% del gasto privado ese año. En la actualidad, por ejemplo, es posible conseguir "préstamos para desempleados" a través de apps. Un hombre declaró al diario surcoreano Kyunghyang Shinmun que pudo conseguir unos 3.000 dólares de crédito (unos 2.500 euros) en 5 minutos, con la promesa de un tipo de interés del 0,01% durante un tiempo limitado.

"Cuando tu sueldo no cubre tus necesidades básicas, no tienes más remedio que pagar las cosas por adelantado con una tarjeta de crédito. A veces, sigo dependiendo de las tarjetas de crédito para pagar la comida y los gastos de transporte", cuenta Kim a Business Insider.

Los asalariados de clase media también son víctimas de la crisis crediticia de Corea del Sur

Jung Yeon-je / AFP via Getty Images

Esta crisis de la deuda no sólo afecta a las personas con ingresos más bajos, como Kim, que luchan por encontrar un trabajo estable y bien pagado para ir amortizando sus préstamos. Los que tienen un empleo fijo y remunerado también están luchando para pagar la gran cantidad de deuda que han ido adquiriendo.

Noh Eun-woo, de 25 años, ejecutiva de ventas en una tienda de belleza en el distrito comercial de Edae, en el centro de Seúl, cuenta a Business Insider que debe algo más de 10.000 euros en sus facturas de tarjetas de crédito, algo que considera una "cantidad baja".

"Conozco a gente que debe entre 70.000 y 85.000 euros. Un amigo íntimo llegó al límite de 5 tarjetas de crédito", cuenta Noh. Su deuda, explica, comenzó en el rango "manejable" de unos 1.000 a 2.000 dólares, pero a partir de 200 comenzó a hacerse más y más grande. Explica que su deuda, que empezó siendo "manejable" entre 1.000 y 2.000 euros fue aumentando considerablemente en 2020. Esto se debe a que sus ingresos, ligados a las comisiones que obtenía por la venta de productos de maquillaje, se vieron afectados considerablemente cuando los clientes redujeron la compra de maquillaje y productos de belleza durante la pandemia.

Noh confiesa que sigue derrochando dinero en algún bolso de lujo cada 3 meses, pero calcula con optimismo que tardará entre 2 y 3 años en saldar sus deudas. "Las ventas se están recuperando ahora, así que no es tan grave. Pero es cierto que no tendré dinero en efectivo", dice, admitiendo que tiene un colchón financiero de entre 4 y 6 meses antes de estar "cerca de morir de hambre y sin hogar".

Así son los millennials que bordean los 40 años: ganan 2.000 euros al mes, viven peor que sus padres y se les conoce como "geriátricos"

Sam Kyungmoon Son, profesor adjunto de la Universidad de Kyungwoon y consultor independiente de la empresa de consultoría de gestión Visionwise LLC, asegura a Business Insider que las medidas que está tomando el Gobierno coreano, como la imposición de límites a los préstamos, son un paso en la dirección correcta. Sin embargo, Son subraya que es sólo el primero de muchos pasos para abordar la raíz de la crisis de la deuda.

"Los límites de los préstamos, si se combinan con otras medidas como las redes de seguridad para las personas vulnerables, podrían ayudar a reducir el ritmo de la bola de nieve de la deuda", explica Son.

Sin embargo, añade que es probable que la deuda personal siga afectando a los millennials.

Lee Jin-man/AP Photo

"Ver a los usureros exigiendo órganos si la gente no tiene dinero en efectivo para pagar sus préstamos es una exageración. Pero la situación actual, en la que los jóvenes muy endeudados se ven obligados a recurrir al crédito para hacer compras por encima de sus posibilidades, es un problema muy real", recalca Son.

Son añade que no es raro que los millennials rechazados por los bancos busquen instituciones financieras más pequeñas y usureros que pueden cobrar tipos de interés astronómicos.

Además, señala que la tendencia de pedir prestado para invertir, conocida en Corea del Sur como bittoo, podría ser parte del problema, ya que los millennials piden préstamos para, por ejemplo, invertir en criptomonedas, atraídos por la promesa de los altos rendimientos de estos activos.

"Son plenamente conscientes de los riesgos, pero lo hacen de todos modos", lamenta Son. "Ven a sus amigos tener éxito con una inversión afortunada y piensan que ellos también pueden hacerlo, pero no siempre funciona".

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Para muchos jóvenes surcoreanos, las tarjetas de crédito y los préstamos rápidos se consideran "la forma más fácil de sobrevivir", añade Son. "Uno puede pensar que es conveniente llegar a pagar por adelantado y dividir el coste en los próximos 2 o 3 años, mientras espera conseguir un buen trabajo para pagar toda la deuda de una sola vez", dice.

Son añade que el crédito fácil y los planes de pago por adelantado permiten a los millennials derrochar en artículos de lujo. Es habitual que los jóvenes surcoreanos derrochen en artículos de marca hasta el punto de endeudarse, una tendencia que se acentuó con el 'gasto por venganza' durante la pandemia, según informó el periódico coreano JoongAng Daily.

"Así va aumentando la deuda de los jóvenes surcoreanos, que se agrava por el coste de la vida en las ciudades, la deuda que suponen los préstamos para estudiar y, a veces, la irresponsabilidad financiera", aservera Son.

"Es bueno que El juego del calamar esté recibiendo tanta atención", añade. "Tal vez la gente aprenda algo de ella y se dé cuenta de que esos personajes bien podrían ser ellos".

Muchos millennials coreanos viven en microapartamentos de sólo 13 m2

Allan Baxter / Getty Images

Muchos millennials coreanos viven en los llamados goshiwons, alojamientos de una sola habitación que consisten en una cama y una mesa. Estos alojamientos básicos se construyeron inicialmente en las ciudades universitarias para que los estudiantes que se preparaban para los exámenes vivieran en ellos durante uno o dos meses, pero desde entonces se han convertido en la única opción de alojamiento que muchos millennials pueden permitirse.

Hwang Tae-ho, de 28 años, un aspirante a músico que solía ser camarero en un club de la zona de la Universidad de Hongik, vive en uno de estos goshiwon que, según sus cálculos, tiene unos 3 m2. Hwang no puede permitirse una vivienda convencional porque no tiene suficientes ahorros para pagar el wolse, término coreano que designa el pago inicial necesario para asegurar un contrato de alquiler. Se trata de un sistema de alquiler único en Corea del Sur, en el que los inquilinos dan a sus propietarios alrededor de un año de alquiler por adelantado, y luego hacen pequeños pagos mensuales durante el resto de su estancia.

"Reparto paquetes y trabajo 2 días a la semana en una cafetería, y apenas me alcanza para pagar el alquiler y la comida", explica Hwang a Business Insider. "Me hace gracia que los extranjeros consideren únicos los sucios hogares y barrios que se ven en ‘Parásitos’ y 'El juego del calamar', o que reaccionen ante ellos como si hubieran descubierto un mundo nuevo. Mucha gente como yo vive en sitios así"

Hwang tiene razón. Alrededor de una quinta parte de los hogares unipersonales de Seúl viven en espacios de menos de 14 m². El Instituto de Seúl, el centro de estudios oficial de la capital, también estima que un tercio de los hogares unipersonales viven en apartamentos en sótanos banjiha (o parcialmente subterráneos) como el de la película Parásitos o en edificios de hospedaje estilo goshiwon.

Hwang cuenta a Business Insider que él también está muy endeudado, ya que ha acumulado unos 7.000 euros en facturas de tarjetas de crédito impagadas que le cuesta pagar el importe mínimo cada mes.

"Nadie querría vivir en un goshiwon por elección, pero no puedo permitirme una opción mejor", añade.

Los jóvenes de Corea del Sur denuncian que los precios desorbitados de la vivienda suponen que emanciparse sea una quimera

Kim Hong-Ji/Reuters

Pero incluso para algunos jóvenes surcoreanos que están en una posición financiera ligeramente mejor, los precios inmobiliarios de Seúl, siempre en aumento, hacen casi imposible la compra de una vivienda. El coste medio de una vivienda en Seúl (Corea del Sur) aumentó un 22% interanual en 2020, el mayor incremento de precios de todas las grandes ciudades de Asia.

Para los habitantes de Seúl, la compra de una primera vivienda nueva cuesta de media la friolera de casi un millón de euros. El astronómico aumento de los precios ha llevado a algunos jóvenes surcoreanos a aplazar sus matrimonios con la esperanza de que la solicitud como hogar con un solo ingreso pueda ayudarles a saltarse la cola y acceder antes a los planes de vivienda asequible.

Kwak Hye-in, de 31 años, asegura a Business Insider que ha pasado la mayor parte de la pasada década pagando las facturas de sus tarjetas de crédito. Pero ahora que ha hecho borrón y cuenta nueva, comprar una casa con su prometido, copropietario de un restaurante en el sur de Seúl, significaría volver a endeudarse por cientos de miles de euros.

Kwak, que trabaja como peluquera entre semana y vende bolsos en una tienda de ropa de Myeongdong los fines de semana, comparte que ganan lo suficiente como para obtener un préstamo para la vivienda, pero que apenas podrían reunir el dinero suficiente para renovar un apartamento de 2 habitaciones. Mientras tanto, la pareja vive hacinada en un loft de una sola habitación llamado officetel, una unidad de edificio de oficinas convertida en estudio, cuyo alquiler les cuesta 700 euros al mes.

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"Especialmente durante la pandemia de COVID-19, necesitamos algunos ahorros en caso de que el restaurante requiera fondos de emergencia", cuenta Kwak. "Además, es poco probable que podamos permitirnos una vivienda decente en el centro de Seúl. Al menos, con un alquiler, podemos vivir a unos 30 minutos de su restaurante y a 45 minutos de mi lugar de trabajo".

Yong Kwon, experto en finanzas y mercados del Korea Economic Institute of America, explica a Business Insider que la actual crisis de la vivienda tiene sus raíces en la eliminación por parte del Gobierno surcoreano de las regulaciones sobre los préstamos hipotecarios y otros controles ya en 2014.

"La intención era aumentar el poder adquisitivo de la gente, lo que los responsables de las políticas esperaban no era solo motivar a vender a los propietarios que compraron su vivienda en el pico del mercado a mediados de la década de 2000, sino también incentivar a los promotores inmobiliarios a construir más unidades de vivienda", explica Kwon. "En efecto, el actual auge del mercado de la vivienda es el resultado final del esfuerzo intencionado del Gobierno anterior por aumentar los precios de las viviendas".

La consecuencia, señala Kwon, es que los jóvenes tienen dificultades para comprar su primera vivienda, y la crisis es especialmente grave en la zona metropolitana de Seúl.

Kang Jun-Koo, profesor de finanzas de la Escuela de Negocios Nanyang de la Universidad Tecnológica de Singapur (NTU), señala a Business Insider que la crisis de la vivienda era tan pronunciada porque los compradores de viviendas de la generación del milenio en Corea del Sur han dependido históricamente en gran medida de los préstamos para comprar sus casas.

El tipo de interés de los préstamos hipotecarios en Corea del Sur se sitúa en torno al 2,5%. En España este dato está en torno al 1,5%, según datos del Banco de España. Sin embargo, "si el tipo de interés aumenta en el futuro, es probable que tengan que hacer frente a una enorme presión para pagar la hipoteca", subraya Kang.

Kang asegura que la relativa escasez de apartamentos en las zonas urbanas también ha contribuido a los problemas de vivienda que sufre la juventud."La falta de oferta ha aumentado el precio de la vivienda en Seúl en casi un 93% desde 2017, lo que hace que sea muy difícil para los jóvenes coreanos comprar una primera vivienda", resalta Kang.

El profesor añade que una forma de combatir esto sería ofrecer apartamentos de alta calidad en el área metropolitana de Seúl o hacer que haya más apartamentos disponibles para alquilar a un precio razonable. Sin embargo, el endeudamiento grave y la desigualdad de ingresos probablemente seguirán dificultando las posibilidades de los milennials surcoreanos a la hora de acceder a una vivienda, puntualiza.

"El banco central ha aumentado su tipo de interés de referencia durante casi 3 años para ayudar a frenar los problemas de endeudamiento de los hogares del país y el aumento del precio de la vivienda", dice Kang. "El aumento del tipo de interés del 0,5% al 0,75% en agosto ya impone una pesada carga de pago de intereses al surcoreano medio, y esto se intensificará a medida que el banco central aumente los tipos de interés".

El desempleo entre los veinteañeros coreanos se acerca al 50%

Lee Jae-Won/Reuters

Sarah Son, profesora de estudios coreanos en la Escuela de Estudios de Asia Oriental de la Universidad de Sheffield, explica a Business Insider que la crisis de la deuda y la miseria que se ven en las exportaciones culturales surcoreanas como El juego del calamar retratan solo una parte del panorama.

"Parte de lo que se puede ver en El juego del calamar y Parásitos se asemeja a la vida real de muchas personas que viven al límite o en las profundidades de la deuda, y al impacto que esto tiene en las relaciones y en la posición de uno en la sociedad. Pero, como toda representación de ficción, sólo muestra una parte de una historia más amplia", matiza Son.

La inseguridad laboral, por ejemplo, es una cuestión crítica para los millennials de Seúl. Un informe de 2017 de KDI Focus reveló que el desempleo ha aumentado a un ritmo sin precedentes entre la mano de obra joven de Corea del Sur.

"La tasa de desempleo juvenil de Corea ha ascendido rápidamente desde 2013, mientras que el desempleo total se mantiene con pocos cambios", según su investigación. "La tasa de desempleo juvenil de graduados de la escuela secundaria se ha mantenido en un nivel estable gracias al creciente número de puestos de trabajo de servicios. Sin embargo, un número rápidamente creciente de graduados universitarios está desempleado debido a la lenta creación de empleos profesionales y semiprofesionales."

Mientras los jóvenes surcoreanos siguen estudiando, el mercado laboral no se ha puesto al día. En julio, según el diario Korea Herald, sólo el 58,6% de los veinteañeros y el 75,3% de los treintañeros tenían empleo. Y cada vez son más los empleadores que impulsan los contratos temporales en lugar de los indefinidos porque son más baratos para las empresas, explica Son.

Las impactantes fotos de hombres de negocios durmiendo en medio de las calles ilustran la incansable cultura de trabajo de Japón

"Sin embargo, esto hace que los trabajadores se sientan inseguros y mal compensados, y ha sido una parte importante en el debate social sobre el Hell Joseon, un término popular en Corea para referirse a la dramática situación que viven los jóvenes en el país, haciendo alusión a que es un "infierno".

"Los jóvenes afirman sentirse muy presionados por todos lados", continúa Son. "Esto hace que perseguir el 'sueño coreano' de una buena universidad, y un trabajo estable y reputado parezca imposible".

"Entiendo por qué muchos baby boomers llaman a los millennials la generación de la renuncia. Es porque no tenemos tiempo para hacer otra cosa que no sea trabajar", comenta a Business Insider el consultor Jung Seung-ho, de 34 años. Se refería al término coloquial "n-po se-dae", utilizado a menudo para describir a los veinteañeros y treintañeros que han abandonado numerosos pilares esenciales de la vida adulta: salir con alguien, casarse, formar una familia, tener una casa y una carrera sólida.

"Es difícil no rendirse y perder la esperanza de cumplir al menos una de esas cosas", continúa Jung. "Tuve la suerte de ir a la Universidad de Corea, pero todavía tengo un préstamo de vivienda y 3 facturas de tarjeta de crédito que pagar cada mes".

Pero no todo es pesimismo para algunos que aún ven belleza y esperanza en la monotonía de sus vidas llenas de deudas.

Hwang, el músico, no ha dejado de perseguir sus sueños. En su habitación del goshiwon de Hongdae, sigue escribiendo y grabando fragmentos de canciones pop en un teclado eléctrico que tiene guardado bajo su improvisado escritorio. Quiere comprarse un teclado y un micrófono nuevos cuando haya pagado las deudas de su tarjeta de crédito. Espera que algún día la gente escuche sus canciones en la radio.

"Creo que Seúl es una ciudad llena de oportunidades, incluso sin haber nacido rico o haber ido a una universidad [prestigiosa]", asegura Hwang a Business Insider. "La vida puede ser como un Juego del Calamar con muy pocos ganadores y muchos perdedores, pero ¿quién puede decir que no puedo ser uno de los afortunados?".

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